Arte que se escucha: presentamos a Susanna Ikebana. Compositora contemporánea, creadora de emociones y protagonista de julio en nuestro blog sobre arte.

Julio trae luz, días largos y una nueva invitada especial a Arte Instante. Hoy queremos presentarte a Susanna Ikebana, compositora que transforma la emoción en melodía y nos recuerda que la música es arte en estado puro.
En un mundo lleno de ruido, su creación artística tiene algo esencial: silencio, verdad y belleza. Cada una de sus piezas abre espacio para sentir, imaginar y conectar. Es música que no decora, sino que nos atraviesa. Un lenguaje que no necesita traducción.
Además, este mes celebramos su cumpleaños. Y pensamos que hay un regalo sencillo, pero valioso, que podemos hacerle:
👉 Leerla con atención
👉 Visitar su mundo sonoro
👉 Y, sobre todo, escuchar su música
A continuación, compartimos su texto completo, tal como lo escribió. Porque en Arte Instante creemos que cada voz creativa merece mostrarse tal cual es, sin filtros……
La música: arte al instante
La música es arte en estado puro, arte al instante. No necesita marco ni pared para ser contemplada, porque se instala directamente en el alma. Es una emoción viva que nace de la vibración de un sonido, y ese sonido despierta un recuerdo, una imagen, una sensación dormida en lo más profundo de cada ser. La música no se ve, pero se siente con una intensidad capaz de atravesar el tiempo y el espacio.
Una nota sola puede parecer insignificante, pero colocada en el lugar justo y acompañada de otras, se transforma en un lenguaje universal. A veces es un susurro que acaricia el corazón; otras, un grito que lo sacude. Hay melodías que nos abrazan en la tristeza, y otras que nos elevan en la alegría. Cada acorde es una pincelada sobre el lienzo invisible de la memoria.
Una partitura es como una obra de pintura. Cada nota, cada silencio, cada matiz es un color. El conjunto se convierte en un cuadro emocional donde el compositor es el pintor y el instrumento, su pincel. Algunos paisajes sonoros están llenos de luz, otros nos conducen a la melancolía de un atardecer. Hay armonías que parecen cielos estrellados, otras que son tormentas contenidas, y algunas que son jardines secretos donde florece el alma.
Lo maravilloso de la música es que, aunque sea la misma partitura, nunca se escucha dos veces de la misma manera. Cambia según el instante, según el intérprete, según quien la escuche. Porque en realidad, la música no está solo en las notas, sino en la emoción que despierta. En lo que no se dice, pero se transmite. En lo que se siente sin necesidad de palabras.
La música es presencia pura. Nos obliga a detenernos y habitar el momento. Al escucharla, el tiempo se diluye: desaparecen las preocupaciones, se apagan las voces del mundo, y sólo queda ese diálogo íntimo entre el sonido y el alma. Por eso, muchas veces, cuando no sabemos cómo expresar lo que sentimos, recurrimos a una canción. Porque la música dice lo que el corazón no sabe poner en palabras.
No hay barreras en la música: ni idioma, ni edad, ni frontera. Todos podemos reconocer una melodía que nos conmueve, aunque no sepamos leer una sola nota. Todos tenemos dentro una memoria musical que se activa con las primeras vibraciones. Una nana, un piano en una tarde de lluvia, una guitarra junto al fuego… todos guardamos dentro una banda sonora que acompaña nuestra vida.
Y para quien la crea, la música es también una forma de respirar. Una necesidad vital. Componer es abrir el pecho y dejar salir lo más íntimo en forma de sonidos. Es transformar el dolor, la esperanza, el amor o el vacío en algo que puede ser compartido, que puede sanar a otros. Hay composiciones que nacen de una lágrima, otras de una risa, pero todas tienen algo en común: el deseo profundo de tocar el alma del otro.
La música es arte al instante, sí, pero su huella puede durar toda una vida. A veces basta una sola melodía para transportarnos a un lugar que creíamos olvidado. Basta una armonía para devolvernos a un abrazo, a una mirada, a un instante sagrado que creíamos perdido. Por eso, la música es también memoria. Un refugio. Un puente entre lo que fuimos y lo que somos.
Y como todo arte verdadero, la música no necesita explicarse. Sólo necesita sentirse. Porque cuando la música nace del alma, llega sin pedir permiso. Y se queda para siempre.
Gracias por apoyar el arte hecho con alma.
Y si algo en sus palabras o en su música te toca…
🎧 Escúchala https://www.youtube.com/watch?v=X1_pLKPx7cM&list=RDX1_pLKPx7cM&start_radio=1
📩 Escríbela https://susanna-ikebana.com/
Porque así también se mantiene vivo el proceso creativo.